jueves, 12 de junio de 2008

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Lo legal del hombre, no quita lo inmoral ante Dios.
Jesús dijo: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.” - Mateo 24:37-39

Una de las señales del fin, según Jesús, seria la carnalidad y el materialismo rampante en la sociedad.
Actualmente existe una gran lucha por los valores ético-morales y judeo-cristianos, alrededor de todo el mundo. Con la esperanza de vivir supuestamente “en armonía” y con argumentos débiles sobre la “igualdad”, hay grupos que hoy abogan por un libertinaje moral y una tolerancia absoluta para así justificar su propia vida de desvíos y adicciones pasionales.
A travez de la historia, se puede claramente correlacionar el deterioro moral con el debilitamiento y posterior fracaso de poderosas civilizaciones. La inmoralidad tiene un poder corrosivo en el alma del ser humano.

Según las escrituras, Dios es y sigue siendo un Dios de restauración, perdón, oportunidad, amor, misericordia y compasión. Pero nosotros también seguimos siendo seres responsables por nuestra conducta, decisiones, y actos.
No podemos eludir esa responsabilidad.
En Gálatas 6:7, se nos dice: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”
Aunque miles de parejas del mismo sexo viajen ahora al estado de California para oficializar legalmente su unión, lo legal no quita lo inmoral. Los principios éticos morales de Dios están por encima de las leyes que el hombre pueda crear y/ o modificar, muchas veces con fines políticos o para conveniencia de estilos de vida.
Cuando se legaliza lo inmoral trae consecuencias nefastas para cualquier generación, lo mismo ocurre con la legalización de las drogas.
¿Cuál es tu posición?
Con mucho temor, arrepentimiento e intencionalidad debemos escoger el camino de limpieza, renovación y transformación que el Señor en Su paciencia nos ofrece por medio de Su Palabra.
La paciencia del Señor, no debe confundirse con indiferencia, silencio o apatía a nuestras conductas desafiantes, mas bien, su paciencia es nuestra oportunidad para efectuar cambios.
¡Aprovechemos urgentemente Su gracia, antes de que sea demasiado tarde!



Mateo 11:28-30
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

¡Esta es la invitación audaz de Jesucristo!



Con esta declaración Jesús quiere atender el sentimiento de “abatimiento de espíritu” y “cansancio del alma” del ser humano.



Sus palabras poderosas fueron dirigidas a una generación en una Jerusalén sin Tren Urbano, sin tráfico de drogas, sin asesinatos a mano armada, sin carjacking y sin las presiones diarias de una metrópoli moderna. Sin embargo, la necesidad del corazón de los hombres era igual que la de hoy. La crisis de identidad y el vacío del alma siempre es el denominador común en los seres humanos.



Ha ocurrido, ocurre y ocurrirá en toda civilización y en cualquier generación; el alma del hombre “se cansa” de vivir en el pecado y sin sentido de dirección en la vida.
Cuando al alma se le priva continuamente de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo, se seca, se cansa y se carga.



Por eso, el Señor promete que si venimos a El, es decir, si nos enyuntamos con El, si vinculamos nuestra vida a su fuente, obtendremos descanso.



Esto es más que descanso físico; es una seguridad y paz tan profunda que calmará la tormenta interna que nos roba el disfrute del Don de la vida.




Te pregunto,



¿quieres descansar y encontrarle sentido y propósito a tu existencia?



¡Ven a El ahora mismo!




Rdo. David S. Ocasio